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Mi primer encuentro con la homofobia.

Nunca había asistido a un evento de índole gay, quizás porque estoy empezando a soltarme en este nuevo mundo, o simplemente mis prejuicios y el miedo no me dejaban acercarme a todos aquellos que me invitaban. 

Pero como siempre hay una primera vez, estábamos un grupo de personas reunidos en la esquina de la universidad, y salio el tema de la marcha del orgullo gay, que se llevaría a cabo en Madrid ese fin de semana. Entre todos los tópicos que se estaban tocando, comentaron la idea de ir. Primero me negué, pero luego de algunos segundos, revise mi agenda mentalmente, dejandome seducir por ese espacio libre que tenía para ese sábado siguiente 5 de julio. Sin siquiera revisar la agenda en físico, le dije a mi colega Pablo que aceptaba ir. 

La mañana de ese día, estaba terminando de pasar unos apuntes a mi diario personal universitario. Planes de estudios, clases que había perdido, y todas esas cosas que le dan a la vida universitaria, un toque algo tedioso. A eso de las 15hrs, me llama mi colega Pablo para confirmar la hora de llegada al punto de partida de dicha conglomeración. 

Me vestí con una chaqueta muy colorida, un blue jean, y unas botas con una hebilla dorada que cubría toda la parte central de las mismas. Al llegar al punto de encuentro con mis colegas, recordé al personaje de Mauri encarnado por el actor Luis Merlo diciéndole a Fernando en una de las escenas de la serie Aquí no hay quien viva, que a estas manifestaciones se acercaban familias enteras. 

Pude observar durante el recorrido personas llenas de felicidad expresando su orgullo por ser homosexuales, vi muchas carrozas adornadas con flores y cintas. Tíos que solo vestían su orgullo, mientras otros vestían suspensorios para mostrar lo orgulloso que estaban de sus esbeltos cuerpos. 

Hubo un momento en la manifestación, donde todos nos dispersamos de tanta gente que habia asistido. Unos terminaron en una avenida, y otros terminaron en otra. Yo me perdí de la ruta y me aleje de toda la multitud. Llame a los colegas, y estos no me atendían el móvil. 

Ya el sol había caído, y por ser la primera vez que estaba en ese tipo de eventos, no sabía cuales eran las calles que conducían al punto de llegada. Me senté en una banca a tratar de comunicarme con mis otros amigos, y recordé que unos días atrás había leído en un diario de circulación nacional, la existencia de ciertos grupos nazis amenazando con ir ese dia a matar homosexuales. 

Sin duda alguna, el temor me paralizo por un momento, pero  tenia que seguir buscando obtener comunicación con Pablo. Encontré el modo de pararme de la banca, y al subir la mirada vi que venia un grupo de personas enardecidas gritando «Fuera maricones» el odio que se veía en sus ojos, era el mismo que se aprecia cuando algún niño víctima de bullying es dejado en la puerta de cualquier instituto. 

Todos vestían pantalones de cuero, con chaquetas de este mismo material, unos tenían en sus manos armas de fuego, otros cargaban cadenas y otras personas venian con antorchas. Mis pies se encontraban sembrados al pavimento, a solo 20 metros de mi estaba la muerte. Todo empezó a caminarme en cámara lenta, el miedo recorría cada parte de mi cuerpo, sentí una presión que me subía hasta el pecho agitando mi corazón, helandome el torso y dejandome sin aliento.

En cuestión de microsegundos escuché como se acercaba un coche con las mismas características que el de otro de mis amigos llamado Ivan. Giré la cabeza hacia la calle que atravesaba la avenida, y vi que se acercaban cada vez más los faros del carro. Pablo abrió la puerta, entre los 3 que iban dentro, me despegaron del suelo cargandome hasta el interior del auto. A toda marcha huimos de ese sitio. Sintiendo el alivio mas grande de mi vida, rompí a llorar, mientras ellos me comentaban que gracias al gps de mi celular pudieron ubicarme. Si no hubiese sido por eso, no podría estar contando esta historia.